Hola Imperfectas,
Hoy quiero contaros otra parte de mi vida porque me habéis dicho que estas pequeñas píldoras de mi historia os ayudan enormemente.
Quizás, para ser más sincera, no es una parte, sino LA parte. El motivo por el que pisé por primera vez una consulta de un psicoanalista, y menos mal.
Como muchas de vosotras yo también viví una relación de dependencia emocional, que sinceramente me dejó fatal. En ella no solo pensé que estaba loca, pues yo veía cómo era esa persona pero todo el mundo lo adoraba, sino que acabé con la autoestima por los suelos ya que, digamos que no solo era dependencia, sino que había maltrato psicológico.
Ahora bien, ¿Qué me hacía a mí, o a cualquiera de nosotras, seguir en esa relación cuando realmente yo no tenía miedo a esta persona? (Si hay miedo y amenazas, ya estamos hablando de otra cosa).
Creer que el otro nos da nuestra valía: Sí amigas, esto nos pasa a muchas personas, pero especialmente a las mujeres. Creemos que nuestra valía se basa en gustar y ser elegidas por los demás, y esto es un error enorme. Somos capaces de vestirnos, maquillarnos, ir al gym o lo que sea solo por no envejecer, por estar más guapas, por gustar. Y no, no valemos menos ni más por tener pareja o por ser elegidas por los demás. De hecho ¿Cuánto tiempo gastamos en esto? ¿Nos merece la pena alguien que solo nos quiere si cumplimos sus expectativas?
Fijarnos en el narcisista: Sí, el narcisista es esa persona que cuando aparece en una sala, llena la sala. Es el centro de atención, el más deseado, el que parece que se lleva todas las miradas, el perfecto (al menos en nuestra cabeza). Suele haberle puesto los cuernos a todas sus ex, pero aún así nosotras pensamos: "a mi eso no me va a pasar" (ejem, ejem...). Sentimos además que si nos escoge, como todas las chicas van detrás de él (o ella), somos muy especiales y superiores al resto. Y nada de eso. Mujeres, no somos trozos de carne que deban ser elegidos por encima de otras personas. A este tipo de juegos de competición con las otras, de ser las especiales, no hay que intentar ser la elegida o la especial, sino que no hay que jugar JAMÁS. Además, el otro no es un ser especial, un dios, NO. Es solo alguien que se cree muy guay y que encima suele no tratar muy bien a la gente, porque la gente le sirve para que le adoren, pero de esto hablaré en otro post.
No estar solas o no ser abandonadas: relacionado con las heridas infantiles de no ser vistas, estar solas, no tener cuidados... Lo que nos hace aferrarnos a clavos ardiendo, por malos que sean los clavos.
Continuar mandatos y legados de otros: ¿Soñabas con tener la relación de tus padres o justo lo contrario, la que ellos no fueron capaces de tener? ¿Te dijeron que se te iba a pasar el arroz? ¿Tener pareja o un bebé era lo más importante y sin eso pareciera que estabas incompleta? ¿Mamá no pudo ser feliz y conseguir ciertas cosas y tú tienes que vivir lo que ella no vivió? Estos legados y mandatos son inconscientes, pero condicionan nuestra vida haciéndonos meternos en cosas que realmente no son nuestros auténticos deseos. Y por supuesto, nos hace no salir de relaciones nocivas sin saber por qué.
No poder abandonar algo que nos ha constado tiempo y esfuerzo: Cuando hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo a algo, nos cuesta mucho soltarlo, pero amigas, es mucho mejor dejarlo ya, que seguir años y años perdiendo la vida.
En el siguiente post os contaré cómo pasé de caer en esta relación de dependencia a tener una vida plena, pero tendréis que esperar al próximo miércoles.
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Os quiero,
Sara.
Como me veo reflejada!!!!..... pero me da esperanza de futuro. Esperando vivamente el siguiente blog. Gracias 🙂