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Tener un mal embarazo: necesitaba desahogarme.




Hoy escribo esta entrada dedicada a todas las personas que no entienden qué es un mal embarazo, motivada por un evento desagradable que me ha ocurrido hoy y al que necesito ponerle voz.


Seguramente este texto se pueda aplicar a la vejez o la enfermedad, y quizás también a la maternidad.


Hoy les escribo a todos esos que no se levantan de su asiento al ver a una mujer embarazada, o que le pide que rinda en la vida como si no pasara nada. También se lo dedico a aquellas mujeres que habiendo quedado ellas mismas en este estado, tuvieron un buen embarazo y son incapaces de entender que su experiencia no es la que tenemos todas.


Por supuesto, te lo dedico a ti si tú también estás pasando un embarazo malo, pero a ti no te confronto, sino que te pongo de mi lado.


Con esta entrada no quiero que nadie se sienta mal, ni ir de víctima, solo relatar algo que he vivido, desahogarme, poder ponerle voz.


Sí. Claro que es pasajero, claro que hay enfermedades que son mucho peores, pero si algo aprendí en esta vida es que, que haya gente que esté peor, incluso aunque sean súper optimistas, tu dolor, sufrimiento o tu malestar, son válidos. Y es una idea muy capitalista esta de no quejarte, de ser feliz pase lo que pase, de no poder ponerle voz a la vivencia incómoda humana, algo que está haciendo que aumenten las enfermedades del alma, ya que no tenemos espacios donde ser sinceras porque solo se acepta la perfección, lo positivo, lo chupiguay de la vida.


Y no os confundáis, una cosa no quita a la otra: Estoy muy feliz de tener un bebé, soy muy afortunada de haberme quedado embarazada cuando sé que muchas otras mujeres no pueden, y el dolor que esto acarrea. También soy muy afortunada porque entrando ya en la semana 39, todo va muy bien: el bebé tiene salud y yo tengo molestias, muy limitantes, pero nada graves.


La ambivalencia entre encontrarme mal pero al mismo tiempo ser feliz, no está prohibida, todo lo contrario, los psicoanalistas sabemos que es un síntoma de salud mental.


Pero quiero dirigirme a esas personas que no comprenden lo que es este proceso:


  • No sé si sabéis lo que es llevar 9 meses vomitando, casi a diario. Lo que es temblar y llorar porque el vómito no sale, porque no son náuseas, es vómito. Lo que es despertarte a las 3 de la mañana y tener que salir corriendo, o tener un caldero al lado, porque es que ya ni llegas al baño.

  • La carga que conlleva intentar no despertar a todos en casa, irte a dormir al sofá, las noches en vela del tercer trimestre, donde das gracias si duermes 3 horas del tirón, o al menos las duermes durante toda la noche, aunque sea a ratos.

  • No sé si sabéis a estas alturas del embarazo, lo que es no poder toser, estornudar o vomitar y que se te salga el pis, mancharte constantemente, tener que cambiarte de ropa, ducharte... porque el bebé pesa tanto que por mucho Kegel que hagas, ese chorrito o esas gotitas, no te las quita nadie. Imaginad lo que eso significa para una persona adulta.

  • Tampoco saben muchas personas lo que es no poder respirar en meses, lo que supone estar cansada todo el santo día, querer trabajar, caminar, hacer deporte, pero no poder. Tu mente quiere (o no), tu cuerpo no responde.

Y yo tuve la suerte de poder dormir todo lo que quise, de poder soltar a mis pacientes porque mi estado físico y emocional no eran los adecuados para dar terapia, porque no estaba para sostener a nadie, sino que necesitaba estar sostenida por alguien. Pero no me quiero imaginar lo que es tener esto y no poder dejar de trabajar.

  • Mucha gente tampoco entiende las peripecias que hacemos para seguir atendiendo a quienes nos necesitan emocionalmente, algunos serán niños, otros serán adultos que quieren pasar tiempo con nosotras, otros serán animales. No saben lo complicado que es sacar tiempo cuando tu tiempo se va en dormir, estar cansada, vomitar, hacer deporte porque es fundamental en el embarazo, comer sano no vayas a dañar al bebé, y por supuesto no te pongas triste ni pases estrés, que dicen los profesionales que es muy malo. Joder qué presión amigas, toda la humanidad pasando estrés y nosotras tendiendo que ser un remanso de paz. Y haz todo esto con una sonrisa y amando a tu bebé y sin ser borde con los que te rodean, que sino, ya eres mala madre o mala mujer. Pues ya me diréis cómo hacer.

  • Tampoco se da cuenta la gente del dolor de barriga que tenemos muchas veces, o de la preocupación de si el bebé se mueve o no se mueve, algo que solo nosotras podemos notar y que si fallamos en el diagnóstico, puede tener consecuencias letales.

  • Del tiempo que nos dejamos en ir a los hospitales. Y ya, si tu caso es como el mío, que quizás no es igual pero seguro que sí en muchas cosas, cuando estás lejos de la familia, en otro país, (o eres mami trabajadora) y tienes que hacer la comida, limpiar la casa, lavar y tender la ropa (en mi caso está super repartido, pero aún así habría días que por mí no haría nada), llevar el peso de qué cosas necesitas hacer durante el embarazo, durante la lactancia, durante la crianza. Planificar la maleta del hospital, también lo que se necesita los primeros meses del bebé. Qué cuna comprar. Cómo hacer el colecho o dar de mamar. Cursos para preparar el parto. No tenerle miedo a este evento. Y todo esto lejos de los tuyos, que si tienes suerte tienes amigas, y sino tienen que gustarte las mujeres que conozcas en ese proceso, aunque si hubieras estado en tu ciudad jamás hubierais hablado, porque en el fondo no tenéis mucho en común. Que sí, que es muy bonito y una pasada hacerlo con amor e ilusión, pero no deja de ser una preocupación para la que hay que tener tiempo y la que muchas veces, haces sola, teniendo tú la responsabilidad de escoger bien (y a veces también la suerte de que nadie se meta y hacerlo a tu gusto).

  • Otros no saben lo que es e dolor del ligamento redondo, que ni caminar puedes. O los calambres nocturnos, o los diurnos que no sé si os han pasado, pero te dan en las ingles y te impiden caminar.

  • Caminar, otro reto. A la velocidad de las tortugas, parando para respirar, para descansar, o porque simple y llanamente, hay dolor en alguna parte de tu cuerpo que te impide seguir. Y te sientas, pero tampoco es cómodo, porque es como si el bebé ya no cupiese dentro de ti.

  • Dejar de trabajar, muchas lo llevarán genial, pero otras no tanto. Y esas parejas que siguen ascendiendo en el trabajo o trabajando cientos de horas, que bienvenido sea, pero que están tan desbordados que aunque lo intentan no entienden lo que la mujer está pasando, y no, no llegan. Y encima, se quejan si tienen que hacer esfuerzos por ella, o si ella no está cuando ellos la necesitan. Porque ellos también necesitan cuidados. Cuidados de una persona que está para que la cuiden, que tiene el cuerpo machacado, que tiene las hormonas revolucionadas. Que está cediendo su cuerpo, su tiempo y su bienestar a un bebé que es de los dos, pero que por supuesto, no los dos tienen la misma implicación (es imposible). Que no digo que pase siempre, ni que sea grave, ni que no tengan derecho, pero es que he trabajado con muchas mujeres y algunas historias son para alucinar.

  • Ah, y que no se nos olviden los pies hinchados, el zapato que aprieta. El no saber qué ponerte en los últimos días de embarazo, una pequeña molestia que se suma a todas las demás.

Y luego, amigas y amigos, esto no acaba aquí. Viene el parto, que para muchas será una experiencia salvaje y super bonita, pero no es así para todo el mundo, que he hablado con muchas mujeres. Hay relatos de todo tipo, dolorosos, de pánico, de violencia obstétrica, de abandono, de muchas cosas.


Otra cosa de la que hablo de oídas, porque aún no lo he vivido, son las primeras noches de hospital, atender a la familia, o no, la más absoluta soledad. El cansancio. El no saber qué hacer con el bebé. El desborde hormonal. El marido que no se entera o que no sabe hacer su papel. La suegra que se mete en todo. Los límites que nadie respeta.


Pasado esto, toca ir a casa. Algunas personas se sienten desbordadas por la cantidad de cosas que tienen que hacer: limpiar, cocinar, atender al bebé, la lactancia y su famosa mastitis. Porque el padre o pareja, si es que hay, muchas veces tiene que trabajar para llegar a fin de mes, y otras simplemente no renuncia a su trabajo porque la cosa no va con él, como si tener al bebé fuera cosa de la madre.


También pueden sentirse desbordadas por las visitas y la invasión, o justo lo contrario, la soledad. O por los puntos, o las hormonas, el cansancio, la demanda... Casi todas mis amigas me lo han dicho: Sara, lo peor no es el parto, es el posparto.


¿Alguien valora los esfuerzos de una madre que recibe a la gente en su casa cuando quizás no ha dormido? O la que tiene la situación contraria, como la mía... ¿La que va a estar sola en un país lejano, con una cultura diferente, sin más apoyo que los grupos de mujeres que no conoce (y suerte que tengo)?


Y repito, seguro es muy bonito y una suerte tener a tu bebé. Seguro que te mira, se ríe y todos los males se van lejos. Yo no estoy hablando de ese pobre bebé, sino de la incomprensión con la que tenemos que lidiar, incluso cuando tenemos un buen ambiente sostenedor, como es el mío. Aún así, es complicado. Y por eso en todas las guías de embarazo hablan tanto de salud mental...


Porque amigas, no somos perfectas, somos humanas.


Y por bonito que sea, tiene su dificultad.


P.D.: Estoy visibilizando aquí la parte difícil del asunto porque hoy necesitaba descargarme, porque quizás alguien más se sienta así, pero no tienen con quién hablar, con quién ser sinceras.


Visibilizarla, darle voz, no quiere decir que sea la única. Retomo mis primeras palabras: es bonito y una suerte estar embarazadas si así lo hemos deseado. Somos afortunadas y no por quejarnos desmerecemos a otras mujeres que no han podido. Tampoco somos tan tontas como para no saber que hay enfermedades y otras situaciones vitales más complicadas que esta. Pero lo que pido en este post, es comprensión.


No por ser elegido es fácil. No por desearlo es todo luz, alegría y amor.


Repito: En todos los hospitales, las guías y los libros serios sobre el tema, nos insisten a las embarazadas que cuidemos nuestra salud mental y avisemos cuando sintamos que la estamos perdiendo...


Así que tan fácil no será.


Un abrazo a todas las que me estáis al otro lado.


Gracias por leerme.





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